"DONDE EXISTE UNA NECESIDAD, NACE UN DERECHO" (Evita)
UKA JACH'A URU PURINJIWA (Llegará este GRAN DIA!!)
5 de agosto de 2010
“Al Fino Palacios me lo recomendó la DEA, la CIA, el FBI y el MOSSAD” (no faltó nadie)
Así fue como el actual – y procesado – Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Mauricio Macri decidió el nombre del que sería el Jefe de la Policía Metropolitana. La confesión la realizó en una charla debate convocada por la Sociedad Hebraica Argentina y la Agencia Judía de Noticias.
http://www.youtube.com/watch?v=3KT9Ds_JGH4
En otras palabras quiso decir que él no decidió nada, lo decidieron los servicios de inteligencia internacionales. Es decir, los servicios de inteligencia extranjeros impusieron la persona que sería la responsable de proponer las mejores políticas de seguridad para los ciudadanos porteños. Estados Unidos e Israel “recomienda” a un Jefe de Gobierno de un país soberano quien debe estar a cargo de la seguridad de la capital de ese país soberano. Clarito.
Uno se pregunta, ¿dónde está la soberanía nacional? ¿Dónde quedó el Estado soberano? Todas estas preguntas no tendrían importancia si no se tratara de un candidato a Presidente de la nación argentina para el 2011. ¿Qué clase de país propondría alguien que arma una red de espionaje con representantes de los servicios de inteligencia extranjeros?
Es sorprendente que Palacios, quien fuera investigado por supuesto encubrimiento de pruebas en el atentado de la AMIA, sea propuesto por el mismo servicio de inteligencia de… Israel. Un Estado que pretende, ademas, se encuentre a los verdaderos responsables del atentado más terrible que hayamos sufrido como pueblo.
También sorprende que los medios de comunicación “independientes” no hayan hecho hincapié en estos dichos públicos del actual – y procesado – Jefe de Gobierno Mauricio Macri. Cualquiera de estas declaraciones en boca de un funcionario del oficialismo hubiese sido motivo de 10 tapas de diarios y revistas especializadas en la política argentina. Queda claro cuan independiente es el actual periodismo masivo argentino.
Al procesamiento dictado por la Cámara Federal al actual Jefe de Gobierno por ser partícipe necesario de una asociación ilícita, se le suma la conformación de una Comisión Investigadora en el seno de la Legislatura porteña para investigar las responsabilidades del Alcalde de Buenos Aires.
Es sabido que Mauricio tiene problemas familiares pero la muestra de la clase de persona que es la tenemos al ver como no duda en incluir en la causa a su propio padre Franco para salvarse él.
Es raro también que Macri haya nombrado a un Jefe de la nueva Policía y luego declare en la causa que no hay llamadas entre él y dicho Jefe (Palacios). Bah, no es extraño. Usaban otro teléfono. Elemental Watson!!
No es nuevo que Macri espíe a opositores, sindicalistas y legisladores tal como lo hacía cuando era empresario. Pero lo que no entiende el Alcalde es que gestionar una ciudad significa representar a las mayorías, que debe ajustarse a derecho, implementar políticas y ser un sirviente fiel hacia el sector de la sociedad más vulnerable y necesitada. Por el contrario, es lo más parecido a un representante del poder económico internacional, columna vertebral de las justificaciones para inmiscuirse en temas internos de los países latinoamericanos, entre otros.
La derecha toma impulso.
Durante estos ultimos días se empezaron a mover, como si fuesen porristas norteamericanas (tanto por su coordinación como por como muestran el culo), los miembros de nuestra sociedad que durante años manejaron nuestras vidas y nuestros derechos civiles y laborales. Estos "porristas" (con mal cuerpo) son los muchachos de Clarin, La Nación, UIA, Coloquio de IDEA, y periodistas "independientes" (sic), etc. Es decir, los personajes que diseñaron el formato económico que nos dejó como resultado 25% de desocupados, además de un país desvastado. Y vuelven a la carga porque pretenden seguir haciendolo. Así es como cada 3 meses lanzan la tan famosa y desgastada "seguridad jurídica" que supuestamente necesitan para invertir en nuestro país.
Es incomprensible que los representantes-porristas de éste modelo económico -cuestionado hasta en la casa matríz como lo es USA - no reconozcan que con ésta "inseguridad jurídica" tuvieron ganancias nunca antes vista. No lo han hecho ni cuando su slogan favorito los acompañaba. ¿Y la "seguridad jurídica" del Pueblo? ¿A esa nunca se van a referir?
Es algo increíble como quieren dominar al Pueblo, verdadero motor de la economía de nuestro país. Ellos no quieren "seguridad jurídica". Quieren dominación en la legislación de las leyes que regulan nuestras vidas, sea laboral como económica. Están dispersos en todos los poderes del Estado. Es por eso que hay que ver como se mueven. Las encuestas (a las cuales recurren cuando les conviene) que dan a Nestor Kirchner con buenas posibilidades de triunfo en el 2011, enervan y ponen nervioso a los grandes grupos que dominaron, y aún lo siguen haciendo, nuestra vida durante los últimos 35 años. El Poder está en el Pueblo. El Pueblo posee mayor poder económico, la economía avanza; el Pueblo está "entregado" por los serviles de turno, el país retrocede.
Amigos, estos "porristas con sobrepeso" se enriquecieron como nunca en la historia argentina. Aún así siguen presionando para entregar a los trabajadores tal como lo lograron hace 15 años. La Corte Suprema declaró ilegal el máximo impuesto para pagar indemnizaciones en accidentes de trabajo, se obligó a los bancos a no cobrar los movimientos que los trabajadores hacían en cajeros automáticos de bancos donde no tenían su cuenta, se nacionalizaron empresas y las jubilaciones con las que se logró, entre otras cosas, que la ANSES brinde a las familias que habiten el suelo argentino la Asignación Universal por Hijo para Protección Social, etc. Esta AUH hizo que miles de chicos conozcan un médico y/o la escuela por primera vez en su vida. A esto y muchas otros derechos civiles recuperados... llaman "falta de seguridad jurídica" los grupos dominantes de nuestra tierra.
Estos muchachos no aprendieron del desastre que han hecho en el hemisferio norte. Por lo tanto vendràn por todo acá. Y no lo lograrán.
Aún queda mucho por hacer. Cosas por revertir y modificar. Gestionando, gobernando, legislando, luchando, de pie, dando la cara. Solo así se hace.
Es incomprensible que los representantes-porristas de éste modelo económico -cuestionado hasta en la casa matríz como lo es USA - no reconozcan que con ésta "inseguridad jurídica" tuvieron ganancias nunca antes vista. No lo han hecho ni cuando su slogan favorito los acompañaba. ¿Y la "seguridad jurídica" del Pueblo? ¿A esa nunca se van a referir?
Es algo increíble como quieren dominar al Pueblo, verdadero motor de la economía de nuestro país. Ellos no quieren "seguridad jurídica". Quieren dominación en la legislación de las leyes que regulan nuestras vidas, sea laboral como económica. Están dispersos en todos los poderes del Estado. Es por eso que hay que ver como se mueven. Las encuestas (a las cuales recurren cuando les conviene) que dan a Nestor Kirchner con buenas posibilidades de triunfo en el 2011, enervan y ponen nervioso a los grandes grupos que dominaron, y aún lo siguen haciendo, nuestra vida durante los últimos 35 años. El Poder está en el Pueblo. El Pueblo posee mayor poder económico, la economía avanza; el Pueblo está "entregado" por los serviles de turno, el país retrocede.
Amigos, estos "porristas con sobrepeso" se enriquecieron como nunca en la historia argentina. Aún así siguen presionando para entregar a los trabajadores tal como lo lograron hace 15 años. La Corte Suprema declaró ilegal el máximo impuesto para pagar indemnizaciones en accidentes de trabajo, se obligó a los bancos a no cobrar los movimientos que los trabajadores hacían en cajeros automáticos de bancos donde no tenían su cuenta, se nacionalizaron empresas y las jubilaciones con las que se logró, entre otras cosas, que la ANSES brinde a las familias que habiten el suelo argentino la Asignación Universal por Hijo para Protección Social, etc. Esta AUH hizo que miles de chicos conozcan un médico y/o la escuela por primera vez en su vida. A esto y muchas otros derechos civiles recuperados... llaman "falta de seguridad jurídica" los grupos dominantes de nuestra tierra.
Estos muchachos no aprendieron del desastre que han hecho en el hemisferio norte. Por lo tanto vendràn por todo acá. Y no lo lograrán.
Aún queda mucho por hacer. Cosas por revertir y modificar. Gestionando, gobernando, legislando, luchando, de pie, dando la cara. Solo así se hace.
16 de junio de 2009
Profundización de los cambios o restauración conservadora: un dilema para América Latina.
ENCUENTRO NACIONAL DE CARTA ABIERTA.
DECLARACIÓN
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 12 y 13 de junio de 2009.
El momento es extraordinario: conjuga el despliegue de procesos de transformación con particiones sociales de dolorosa nitidez. En América Latina, la mayoría de los países se debate entre la profundización de los procesos de democratización social y política y la reposición conservadora de principios jerárquicos, estamentales y clasistas en los modos de gobierno. Los procesos son ambiguos y heterogéneos pero dos rasgos son claros: no se gobierna contra lo popular ni contra los movimientos sociales; y la región tiene niveles crecientes -y sin embargo insuficientes- de integración. La Unasur, institución de la política regional, es el testimonio más relevante de esa conjunción.
Los destinos de nuestros países están atados no sólo por la tradición cultural o el común pasado colonial, están atados porque la crisis mundial los obliga a acentuar la integración productiva y económica y porque cada uno de los procesos más relevantes que se desarrollan en la región requiere de la confluencia del resto. América Latina no es sólo el nombre de nuestros deseos, es la realidad de nuestros desafíos.
Argentina, en la que han coexistido una tradición popular latinoamericanista y clases dominantes renuentes a pensarse en relación a la pertenencia regional, hoy atraviesa decisiones, discusiones y conflictos políticos y económicos que tienen a su condición latinoamericana como núcleo central. Desde la inadmisible objeción planteada por sectores de la burguesía industrial a la integración de Venezuela al Mercosur, al trato de los migrantes de países limítrofes, se configura un arco de problemas en los que toda decisión es relevante: anuncia alianzas sociales, resuelve modos de integración, define horizontes políticos. Una forma de la restauración conservadora es, sin dudas, el retroceso de las apuestas a una confluencia inédita entre los países de la región centrada en el respeto a sus decisiones soberanas. En la coyuntura electoral argentina esto es parte del debate, porque el gobierno ha tenido políticas de afianzamiento de las lógicas regionales frente a los intentos de acrecentar el dominio político y económico de los Estados Unidos. La derrota del proyecto del ALCA y la proyectada reacción del Banco del Sur son mojones para un camino de desarrollo propio.
Todo puede parecer insuficiente, incluso serlo en el plano de la reparación y de la equidad, sin embargo sólo la profundización de este proceso y no su conclusión o su debilitamiento permitirá que esas insuficiencias se restañen. Hoy se advierte con preocupación la asimetría entre la importancia de las transformaciones en curso y la debilidad y heterogeneidad de las fuerzas políticas que las sostengan. Preocupación que puede formularse como advertencia respecto de las posibilidades de continuidad y ahondamiento del proceso.
La profundización de los cambios se dirime en el momento electoral. Pero no sólo. Se dirime también en la creación de organizaciones políticas, de activismo militante, de espacios democráticos, capaz de disputar por los principios igualitarios y emancipatorios en las lides electorales, en las instancias legislativas, en las instituciones estatales, en los barrios, en los espacios de trabajo, en los medios de comunicación, en los ámbitos culturales.
En esa organización de la potencia plebeya se juega, también, el destino de la región. Carta abierta, con sus palabras y sus asambleas, con su preocupación por nombrar y su voluntarioso compromiso, con su disposición a enlazar ámbitos que parecían condenados al antagonismo o el desconocimiento, con su alistamiento en los conflictos y su temporalidad reflexiva; Carta abierta, con su bagaje, querrá ser parte de ese proceso.
FIRMANTES: Buenos Aires – Córdoba – Chaco - Gran Buenos Aires zona sur – La Pampa - La Plata –– Mar del Plata – Mendoza – Misiones –Neuquén - Santa Fe –Tucumán.
7 de junio de 2009
¡Obama nacionaliza! ¿Latinoamérica expropia?
Ricardo Forster realiza una mirada critica y constructiva de como puede ser "interpretada la realidad", según el país al que se refiera el multimedio periodistico de turno. Por suerte existen este tipo de pensadores que, mas allá que compartamos con ellos o no lo que expresan, nos hacen tener un poco de esperanzas acerca de que puede haber un país mejor, con argentinos que fundamenten, debatan, defiendan su posición y despejen la idea de que solo existe la parodia y la agresión como mediocre "profesion televisiva".
Defiende las politicas actuales del gobierno, no agrede ni se ríe de la oposición, no necesita caricaturizar a quien piensa distinto, fundamenta, piensa, construye, critica, apoya la union latinoamericana etc.
Es un buen articulo, entre otras cosas, para comenzar a entender como la Chrysler (paradigma del capitalismo moderno y del orgullo norteamericano), tendrá como nuevos dueños... al sindicato de trabajadores.
El Litigio por la igualdad, las corporaciones económicas y la democracia
Por Ricardo Forster
La historia no deja de sorprendernos, sus giros inesperados constituyen una más que interesante oportunidad para no perder la esperanza. ¿Era imaginable, hasta ayer nomás, la quiebra de General Motors? ¿Podíamos prever la hondura de la bancarrota del capitalismo especulativo-financiero y, junto con su crisis, el descalabro, todavía más discursivo que efectivo, del neoliberalismo? ¿Alguien, instalado en la década del ’90, hubiera alucinado lo que hoy está ocurriendo en gran parte de Latinoamérica? Señalo estas cuestiones, formulo estas preguntas porque hoy vemos cómo algunas cosas se repiten en nuestro país; escuchamos y observamos de qué modo las corporaciones económicas, esos mismos grupos que acumularon riquezas y poder a lo largo de gran parte de la historia, vuelven a instalarse en el centro de la escena para ejercer su veto a decisiones de un gobierno democrático y a intentar deslegitimar un proceso político que, a grandes trazos, ha invertido la lógica de dominación que venía desplegándose en Argentina desde, al menos, el año ’76. Los grupos concentrados han dicho basta, lo vienen haciendo desde la rebelión agropatronal del 2008, y lo manifiestan a través de uno de sus pilares, que son los grandes medios de comunicación y sus periodistas estrellas. Para ellos la crisis del capitalismo debe resolverse reduciendo una vez más la participación de los asalariados en la distribución de la renta; debe apuntalar una forma de acumulación que logre doblegar las demandas emergentes en el interior de un proceso de recuperación económica que les devolvió a los trabajadores la capacidad para salir a las calles en defensa de sus intereses. Por eso están dispuestos a doblar la apuesta en un mes electoral buscando espantar una vez más a las clases medias con el cuco del chavismo y de las estatizaciones; pero, dudosos del éxito en el cuarto oscuro, buscan y buscarán profundizar la horadación del Gobierno apelando a su inmenso poder económico-mediático.
La profunda crisis desatada en el corazón del poder económico mundial no ha tenido como único resultado evidenciar el núcleo de injusticia que subyace impune en el centro neurálgico del sistema capitalista; ni tampoco se ha detenido apenas en evidenciar el nivel de irracionalidad de un modelo económico que sigue amplificando las tendencias destructivas allí donde se ha desentendido de cualquier posibilidad de entramar una relación más equitativa entre las ansias de rentabilidad y la utilización a destajo de los recursos naturales; apenas si nos ha permitido, a los mortales comunes y corrientes, visualizar que algo del orden de lo mefistofélico ha propiciado el despliegue de un sistema-mundo capaz de arrasar todo a su paso pero que, sin embargo, no responde, como algunos nos quisieron hacer creer, a la naturaleza de las cosas ni a la eternidad de lo inmodificable. Un pesado velo comienza a caerse delante de nuestras miradas todavía desconcertadas e influidas por una construcción ideológica que permanece entre nosotros reclamando sus virtudes y sus derechos. No deja de ser fascinante una época que ve de qué modo algo se va desplomando al mismo tiempo que lo nuevo no acaba de nacer; una época envuelta en tinieblas que no terminan de ser despejadas por los rayos del sol.
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Lo que no termina de diluirse es la afición de las corporaciones económicas a ejercer distintas formas de presión sobre el gobierno y la opinión pública allí donde intentan perpetuar sus intereses, como si un antiguo y nunca olvidado reflejo siguiera actuando a la hora de recordar de qué modo operaron en otros contextos históricos, lejanos y recientes. Ha habido, en nuestro país, una relación directa entre los intereses del poder económico más concentrado (haya sido o siga siendo agrario, industrial y/o financiero) y las continuas exigencias desplegadas por esos mismos capitanes del capital en sus diversas y entrelazadas variantes hacia los diferentes gobierno que, con dificultades y debilidades, habitaron los últimos 25 años de vida democrática (y eso para circunscribirnos a un período que nos incluye y no dirigir nuestras miradas hacia la totalidad del siglo XX en el que los poderes económicos han bombardeado sistemáticamente todo proyecto democrático que intentó fijar límites a su avidez). ¿Alguien olvida, acaso, lo que significó para Alfonsín la oposición de esos mismos poderes que desataron el proceso hiperinflacionario e hicieron posible la entrada triunfal a la era de la convertibilidad? ¿Es posible que los hilos de la memoria sean tan débiles que no nos permitan recordar quién gobernó el país durante la década del noventa y de qué modo el proyecto de la Alianza no vino sino a continuar lo inaugurado por el menemismo en el plano estrictamente económico, pero que acabó por emponzoñar a la totalidad de una gestión enclenque y desnutrida de toda capacidad de generación de alternativas viables a la hegemonía neoliberal? ¿Tan lejos queda el 2001 que no somos capaces de recordar el hundimiento económico, político e institucional que amenazó la integridad del país sometiendo al despojo y a la exclusión más brutal a una gran parte de la sociedad?
Es por eso que no deja de ser letra conocida la manera cómo las corporaciones (y ahora también se ha sumado al coro de los críticos la UIA, junto con los ideólogos de un neoliberalismo que sigue insistiendo) buscan presionar al gobierno de Cristina Fernández. Quieren cerrar el capítulo de la recuperación salarial iniciada en el 2003; quieren clausurar por peligrosas y contaminantes las relaciones con Venezuela (incluso allí donde han logrado ingentes ganancias en los últimos años); sospechan de la política latinoamericanista del Gobierno porque les huele a “populismo”; regresan sobre las argumentaciones resquebrajadas de un neoliberalismo rancio a la hora de cuestionar en el país lo que no cuestionan en los países centrales (¿alguien los escuchó reclamándole a Obama por la estatización de GM? ¿Han mostrado su indignación ante las nuevas formas de participación estatal que se vienen planteando en Europa como un medio indispensable para hacerle frente a la crisis brutal desatada por la economía de mercado? ¿Se han quejado de los gigantescos rescates, con dinero de los contribuyentes, que se hicieron en esos mismos países de los grandes bancos y de las compañías aseguradoras generadoras de la burbuja especulativa? ¿Han acusado, acaso, a Obama de socialista? Tal vez no falte mucho para que lleguen a esa instancia, como sí lo hacen los sectores más recalcitrantes y reaccionarios del Partido Republicano).
Toda su retórica ideológica se dirige a criticar al Gobierno en un momento electoral, de la misma manera que la Mesa de Enlace no ha hecho otra cosa, desde el 11 de marzo de 2008, que buscar horadar la legitimidad del Gobierno allí donde lo único que quieren es volver a fijar, ellos, las líneas maestras de la economía. Se han acostumbrado a ser los dueños del poder, los árbitros de todas las decisiones trascendentes, aquellos que arman el partido y luego lo dirigen a su antojo. Para ellos palabras como estatización, nacionalización, regulación, equidad, distribución de la renta, soberanía alimentaria, paritarias, son expresiones demoníacas que amenazan con arrojar a la Argentina en los brazos de la nueva bestia de la época: el populismo. Y esa bestia asume hoy el rostro de Chávez, se expresa en las políticas reparatorias de Evo Morales y en la Constitución revolucionaria promulgada en Ecuador por Correa, todos ellos aliados de un gobierno, el de Cristina, que buscaría deslizarse hacia las sendas horrendas que conducen hacia el populismo. Nuevamente se trata, para el discurso que hoy se despliega hegemónico desde los medios de comunicación concentrados, de decir basta, de cortar de cuajo la cabeza de la serpiente y devolver a la Argentina al concierto de las naciones civilizadas, las que siguen rigiéndose por la sacrosanta economía de mercado, esa misma que entre nosotros activó la bomba que hizo añicos, durante los añorados, por los dueños de la riqueza, años ’90, industrias y trabajo multiplicando la desocupación y la miseria y concentrando todavía más la riqueza. Ese basta se expresa nuevamente a través de presiones y de acciones que buscan condicionar al Gobierno llevándolo a un plegamiento de las políticas de reconstrucción del tejido social, de la economía y de los derechos de los desposeídos. Añoran la ley de flexibilización laboral; extrañan su tiempo de reinado absoluto.
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Resultaría escandaloso si no fuera el efecto de una larga y dilatada intervención en la historia nacional ver de qué modo las corporaciones siguen recorriendo los caminos del chantaje, de la brutalización social, de la avidez indisimulada por maximizar la acumulación y la rentabilidad a costa de los salarios y de las riquezas naturales; observar, también, cómo piensan la democracia, cómo desean corporativizarla reduciéndola a una cáscara vacía puramente funcional a sus intereses. Por definición los grupos concentrados del poder económico no son democráticos, no lo fueron ayer ni lo son hoy. Ellos actúan de acuerdo con sus intereses y lo hacen, ahora, entre nosotros, apropiándose, muchas veces, del sentido común; construyendo, a través de la corporación mediática (profunda y decisivamente entrelazada con las otras partes del poder económico) una opinión pública que se ha vuelto una caja de resonancia de sus propios intereses y de su visión del mundo. Para ellos la democracia es apenas un dispositivo formal que nada tiene que ver con la querella por la igualdad; antes bien, es clave, desde su perspectiva, alejar esa lógica de las demandas insatisfechas de las decisiones centrales de un gobierno que se quiere democrático apuntalando todas aquellas políticas que, en consonancia con lo desplegado desde marzo del ’76 (pero ya anticipado por el Rodrigazo), no hagan otra cosa que multiplicar sus ganancias y su hegemonía.
Ellas, las corporaciones, han fijado el límite, han dicho lo que ya no están dispuestas a tolerar. Será responsabilidad del Gobierno eludir el chantaje, estará en él seguir por un camino que busque mejorar la vida de los que menos tienen, defender el salario ante una crisis que, entre otras cosas, busca ponerles un freno, profundizar la integración sudamericana, ampliar y mejorar la participación del Estado, regular e intervenir allí donde sea necesario para resguardar los intereses nacionales, el medio ambiente y los derechos sociales. Todas estas cuestiones vitales que hacen a la calidad institucional y a la genuina profundización de la democracia vienen a expresar, de un modo invertido, todo aquello que buscan quebrar y limitar las corporaciones económicas. Algo de esto se juega en las elecciones del 28 de junio y en el día después, cuando haya que elegir entre la profundización de los cambios o la aceptación del gran chantaje corporativo. No resulta menor que, a diferencia de otros momentos difíciles de la democracia argentina, hoy podamos situarnos ante una disyuntiva que no se ha cerrado y ante un Gobierno que, más allá de sus carencias y faltas, no ha dado el brazo a torcer y sigue insistiendo en un camino fundado en el doble mandato de no reprimir la protesta social y de acrecentar el núcleo vital de los derechos humanos buscando, al mismo tiempo, invertir la pirámide de la distribución de la renta. Contra esa orientación se mueven y deliberan, como lo han hecho en otros momentos de nuestra travesía como nación, los grandes grupos económicos, esos mismos que no dudaron en solventar, cuando fue necesario, a las alternativas golpistas y dictatoriales pero que hoy prefieren una democracia domesticada y vaciada de ese interminable litigio por la igualdad que los incontables de la historia no han dejado de sostener y de defender. La persistencia de ese litigio sigue viva entre nosotros pese a lo mucho que los poderosos de siempre han hecho por doblegarlo definitivamente.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-126234-2009-06-07.html
8 de abril de 2009
“Quien controla las Semillas, controla la Comida y la Vida”
Para tener otra vision de la actualidad agraria de la Republica Argentina, los conflictos que solo sirven a los terratenientes y conocer las claves para contextualizar el monocultivo de soja y los agrotóxicos a nivel global, quiero compartir con ustedes una entrevista a MARIE-MONIQUE ROBIN, autora de EL MUNDO SEGUN MONSANTO que publicó Pagina 12.
–¿Cómo define a Monsanto?
–Monsanto es una empresa delincuente. Lo digo porque hay pruebas concretas de ello. Fue muchas veces condenada por sus actividades industriales, por ejemplo el caso de los PCB, producto que ahora está prohibido, pero sigue contaminando el planeta.
Durante 50 años el PCB estuvo en los transformadores de energía. Y Monsanto, que fue condenada por eso, sabía que eran productos muy tóxicos, pero escondió información y nunca dijo nada. Y es la misma historia con otros dos herbicidas producidos por Monsanto, que formaron el cóctel llamado “agente naranja” utilizado en la guerra de Vietnam, y también sabía que era muy tóxico e hizo lo mismo. Es más, manipuló estudios para esconder la relación entre las dioxinas y el cáncer. Es una práctica recurrente en Monsanto. Muchos dicen que esto es el pasado, pero no es así, es una forma de obtener ganancias que aún hoy está vigente. La empresa nunca aceptó su pasado ni aceptó responsabilidades. Siempre trató de negar todo. Es una línea de conducta. Y hoy sucede lo mismo con los transgénicos y el Roundup.
–¿Cuáles son las prácticas comunes de Monsanto en el orden global?
–Tiene prácticas comunes en todos los países donde actúa. Monsanto esconde datos sobre sus productos, pero no sólo eso, también miente y falsea estudios sobre sus productos. Otra particularidad que se repite en Monsanto es que cada vez que científicos independientes tratan de hacer su trabajo a fondo con los transgénicos, tienen presiones o pierden sus trabajos. Eso también sucede en los organismos de Estados Unidos como son la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) o EPA (Agencia de Protección Ambiental). Monsanto también es sinónimo de corrupción. Dos ejemplos claros y probados son el intento de soborno en Canadá, que originó una sesión especial del Senado canadiense, cuando se trataba la aprobación de la hormona de crecimiento lechera. Y el otro caso es en Indonesia, donde Monsanto fue condenada porque corrompió a cien altos funcionarios para poner en el mercado su algodón transgénico. No dudamos que hay más casos de corrupción donde Monsanto es quien corrompe.
–Usted también afirma que la modalidad de “puertas giratorias” es una práctica habitual.
–Sin duda. En la historia de Monsanto siempre está presente lo que en Estados Unidos se llama “la puerta giratoria”. Un ejemplo claro: el texto de reglamentación que regula los transgénicos en Estados Unidos fue publicado en 1992 por la FDA, la agencia norteamericana encargada de la seguridad de alimentos y medicamentos. La cual se supone es muy seria, al menos siempre yo pensaba eso, hasta antes de este trabajo. Cuando decían que un producto había sido aprobado por la FDA pensaba que era seguro. Ahora sé que no es así. En el ’92, el texto de la FDA fue redactado por Michael Taylor, abogado de Monsanto que ingresó a la FDA para hacer ese texto y luego fue vicepresidente de Monsanto. Un ejemplo muy claro de “puerta giratoria”. Hay mucho ejemplos, en todo el mundo.
–Monsanto fabricó el agente naranja, PCB y glifosato. Y tiene condenas por publicidad engañosa. ¿Por qué tiene tan buena prensa?
–Por falta de trabajo serio de los periodistas y la complicidad de los políticos. En todo el mundo es igual.
–¿Por qué Monsanto no habla?
–¿Has probado llamarlos?
–Sí, pero no aceptaron preguntas.
–También es lo mismo en todo el mundo. Ante cualquier periodista crítico, Monsanto tiene una sola política: “No comments” (sin comentarios).
–¿Qué significa Monsanto en el mercado mundial de alimentos?
–La meta de Monsanto es controlar la cadena alimentaria. Los transgénicos son un medio para esa meta. Y las patentes una forma de lograrlo. La primera etapa de la “revolución verde” ya quedó atrás, fue la de plantas de alto rendimiento con utilización de pesticidas y la contaminación ambiental. Ahora estamos en la segunda etapa de esa “revolución”, donde la clave es hacer valer las patentes sobre los alimentos. Esto no tiene nada que ver con la idea de alimentar al mundo, como se publicitó en su momento. El único fin es aumentar las ganancias de las grandes corporaciones. Monsanto gana en todo. Te vende el paquete tecnológico completo, semillas patentadas y el herbicida obligatorio para esa semilla. Monsanto te hace firmar un contrato por el cual te prohíbe conservar semillas y te obliga a comprar Roundup, no se puede utilizar un glifosato genérico. En este modelo Monsanto gana en todo, y es todo lo contrario de la seguridad alimentaria. De paso, recordemos, que la soja transgénica que se cultiva aquí no es para alimentar a los argentinos, es para alimentar a los puercos europeos. Y qué pasará en Argentina cuando las carnes de Europa deban etiquetarse con que fueron alimentadas con soja transgénica. Se dejará de comprar carnes de ese tipo y Argentina también recibirá el golpe, porque le bajará la demanda de soja.
–Estuvo en Argentina, Brasil y Paraguay. ¿Qué particularidades encontró en la región?
–Hay que recordar que Monsanto entró aquí gracias al gobierno de Carlos Menem, que permitió que la soja transgénica entrara sin ningún estudio. Fue el primer país de América latina. Luego desde Argentina se organizó un contrabando de semillas transgénicas, de grandes productores, hacia Paraguay y Brasil, que se vieron obligados a legalizarlo porque eran cultivos que luego se exportaban. Y luego llegó Monsanto a reclamar sus regalías. Fue increíble cómo se expandió la soja transgénica en la región, y en tan pocos años. Es un caso único en el mundo.
–En la década del ’90 Argentina era denominada como alumno modelo del FMI. Hoy, con 17 millones de hectáreas con soja transgénica y la utilización de 168 millones de litros sólo de glifosato, ¿se puede decir que Argentina es un alumno modelo de los agronegocios?
–Sí, claro. Argentina adoptó el modelo Monsanto en tiempo record, es un caso paradigmático. Pero también hubo algunos problemitas con el alumno modelo. Como las semillas transgénicas son patentadas, Monsanto tiene el derecho de propiedad intelectual. Eso significa, como lo vi en Canadá y Estados Unidos, que les hacen firmar a los productores un contrato en los que se comprometen a no conservar parte de sus cosechas para resembrar el año próximo, lo que suelen hacer los agricultores de todo el mundo. Monsanto lo denuncia como una violación de su patente. Entonces Monsanto envía la “policía de genes”, que es algo increíble, detectives privados que entran a los campos, toman muestras, verifican si es transgénico y si el agricultor ha comprado sus semillas. Si no las han comprado, realizan juicios y Monsanto gana. Es parte de una estrategia global: Monsanto controla la mayoría de las empresas semilleras y patenta las semillas, exigiendo que cada campesino compre sus semillas. Lo que pasó aquí es que la ley argentina no prohíbe guardar las semillas de una cosecha y utilizarlas en la próxima siembra. En un primer momento Monsanto dijo que no iba a pedir regalías, y dio semillas baratas y Roundup barato. Pero en 2005 comenzó a pedir regalías, rompió el acuerdo inicial y por eso mantiene un enfrentamiento judicial con su alumno preferido.
–El Roundup tiene un papel protagónico en este modelo. Muchas comunidades campesinas e indígenas denuncian sus efectos, pero hay pocas prohibiciones.
–Es un impacto increíblemente silenciado. Nadie puede negar lo que traen aparejadas las fumigaciones con este herbicida, totalmente nocivo. Tengo la seguridad de que va a ser prohibido en algún momento, como fue el PCB, estoy segura de que llegará ese momento. De hecho en Dinamarca ya fue prohibido por su alta toxicidad. Es urgente analizar el peligro de los agroquímicos y los OGM (Organismos Genéticamente Modificados).
–Sin embargo, las grandes empresas del sector prometen desde hace décadas que con transgénicos y agrotóxicos se logrará aumentar la producción, y así se acabará con el hambre del mundo.
–Argentina es el mejor ejemplo de esa mentira. ¿Qué tal le ha ido con la sojización del país? Se ha perdido en la producción de otros alimentos básicos y aún hay hambre. Este modelo es el modelo del monocultivo, que acaba con otros cultivos vitales. Es una transformación muy profunda de la agricultura, que lleva directo a la pérdida de la soberanía alimentaria, y lamentablemente ya no depende de un gobierno para poder revertirlo.
–¿Por qué al proceso agrario actual usted lo llama “la dictadura de la soja”?
–Es una dictadura en el sentido de un poder totalitario, que abarca todo. Hay que tener claro que quien controla las semillas controla la comida y controla la vida. En ese sentido, Monsanto tiene un poder totalitario. Es tan claro que hasta Syngenta, otra gran empresa del sector y competidora de Monsanto, llamó a Brasil, Paraguay y Argentina “las repúblicas unidas de la soja”. Estamos en presencia de un programa político con fines muy claros. Una pregunta simple lo demuestra: ¿Quién decide qué se va a cultivar en Argentina? No lo decide ni el Gobierno ni los productores, lo decide Monsanto. La multinacional decide qué se sembrará, sin importar los gobiernos, lo decide una empresa. Y, para peor, la segunda ola de transgénicos va a ser muy fuerte, con un modelo de agrocombustibles que acarrea más monocultivo. Y, a esta altura, ya está claro que el monocultivo es pérdida de biodiversidad y es todo lo contrario de la seguridad alimentaria. Ya no hay dudas de que el monocultivo, ya sea de soja o para biodiésel, es el camino hacia el hambre.
–¿Cuál es el papel de la ciencia en el modelo de agronegocios, donde Monsanto es sólo su cara más famosa?
–Antes pensaba que cuando un estudio era publicado en una prestigiosa revista científica, se trataba de un trabajo serio. Pero no. Las condiciones en que se publican algunos estudios son tristes, con empresas como Monsanto presionando a los directores de las revistas. En el tema transgénico queda muy claro que es casi imposible realizar estudios del tema. En muchas parte del mundo, Estados Unidos o Argentina, los laboratorios de investigación son pagados por grandes empresas. Y cuando el tema es semillas, transgénicos o agroquímicos, Monsanto siempre está presente y siempre condiciona las investigaciones.
–¿Los científicos tienen temor o son cómplices?
–Ambas cosas. El temor y la complicidad están presentes en los laboratorios del mundo. En el libro dejo claro que hay científicos, en todos los países, cuya única función es legitimar el trabajo de la empresa.
–¿Cuál es el papel de los gobiernos para que empresas como Monsanto avancen?
–Los gobiernos son los mejores propagandistas de los OGM (Organismos Genéticamente Modificados). Realizan un trabajo de lobby increíble. Monsanto les lleva sus estudios, su información, sus revistas y fotos, todo muy lindo. Les dicen a los políticos que no habrá contaminación y salvarán al mundo. Y los políticos hacen lo suyo. Y también hay presiones. Diputados franceses han denunciado públicamente las presiones de Monsanto, hasta reconocieron que la compañía contactó a cada uno de los 500 diputados para que legislen según los intereses de la empresa.
–¿Y el papel de los medios de comunicación?
–Me da mucha pena porque soy periodista y creo en lo que hacemos, creo que es una profesión con un papel muy importante en la democracia, pero hay una gran manipulación de los medios. En todo lo referido a los transgénicos, la prensa no trabaja seriamente. Los medios miran la propaganda de Monsanto y la publican sin cuestionamientos, como si fueran empleados de la empresa. También es público que Monsanto invita a comer a los periodistas, les realiza regalos, los lleva de viaje a Saint Louis (donde está su sede central); los periodistas van muy contentos, pasean por los laboratorios, no preguntan nada y ya. Así funcionan los medios con Monsanto. También registré casos en los que Monsanto busca, en cada medio de comunicación, un defensor. Establece contacto con él y logra opiniones favorables. No sé si hay corrupción, pero sé que Monsanto logra su objetivo. En Argentina es claro cómo actúa, al ver algunos artículos de suplementos rurales se ve que en lugar de artículos periodísticos son publicidades de Monsanto. No pareciera que un periodista lo escribió, fue directamente la compañía.
–¿Qué evaluación hace del enfrentamiento entre el Gobierno y las entidades patronales del agro?
–En 2005 entrevisté a Eduardo Buzzi, estaba furioso por el asunto de las regalías reclamadas por Monsanto. Hablaba de las trampas de Monsanto. Y además hablaba de los problemas que traía la soja, hasta me puso en contacto con pequeños productores que me hablaron de las mentiras de Monsanto, de la resistencia que mostraban las malezas, que había que utilizar más herbicidas y que los campos quedaban como tierra muerta. Buzzi sabía todo eso y me decía que cuestionaba ese modelo, afirmaba que la soja traía la destrucción de la agricultura familiar y me decía que Federación Agraria representaba ese sector, que enfrentaba a los pools de siembra y a las grandes empresas. Y Buzzi denunciaba mucho este modelo, muy buen discurso. Pero ahora no sé qué pasó. Nunca lo volví a ver y me gustaría preguntarle qué le pasó que ahora se une con las entidades más grandes, me extraña mucho el cambio que muestra. Y encima Buzzi está con Aapresid (Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa –integrada por todas las grandes empresas del sector, incluidas las semilleras y agroquímicas–), que es la que más gana con todo este modelo, y que apareció poco en este conflicto. Aapresid manipula todo y está con los grandes sojeros, que no son agricultores y que hasta promueven un modelo sin agricultores. Entonces no entiendo cómo Federación Agraria dice representar productores chicos y está con Aapresid. Lo de Federación Agraria es muy extraño, no se entiende.
–¿Y el papel del Gobierno?
–Las retenciones pueden ser que frenen algo del proceso de sojización. Pero no es una solución frente a un modelo tan agresivo. La solución tiene que ser algo mucho más radical y no a corto plazo. Claro que la tentación de los gobiernos es grande, la soja trae buenos ingresos, pero hay que pensar a largo plazo. No hay soluciones simples y cortoplacistas para un modelo que echa a campesinos de sus tierras y, fumigaciones mediante, contamina el agua, la tierra y la gente.
30 de marzo de 2009
BOA - Bolivia sigue haciendo Historia
Este es otro homenaje al pueblo boliviano y los compañeros Evo y Alvaro que, una vez mas, han cumplido con su palabra!!
El vicepresidente de la República de Bolivia, Álvaro García Linera, aseguró que la nueva línea aérea, Boliviana de Aviación (BoA), nace bajo la protección de la nueva Constitución Política del Estado (CPE), que la ampara para que no sea privatizada.
"El Estado otra vez relanza un nueva línea aérea, esta vez protegida por la Constitución. Es decir, que dentro de 5, 40 ó 60 años, nadie podrá privatizar esta empresa al igual que otras que están amparadas por el Estado. Es un impulso que se está haciendo con recursos del pueblo para beneficiar al pueblo", dijo García Linera en ocasión de inaugurar los vuelos de la nueva empresa.
El vicepresidente de la República de Bolivia, Álvaro García Linera, aseguró que la nueva línea aérea, Boliviana de Aviación (BoA), nace bajo la protección de la nueva Constitución Política del Estado (CPE), que la ampara para que no sea privatizada.
"El Estado otra vez relanza un nueva línea aérea, esta vez protegida por la Constitución. Es decir, que dentro de 5, 40 ó 60 años, nadie podrá privatizar esta empresa al igual que otras que están amparadas por el Estado. Es un impulso que se está haciendo con recursos del pueblo para beneficiar al pueblo", dijo García Linera en ocasión de inaugurar los vuelos de la nueva empresa.
Según el Artículo 339 de la CPE, los bienes de patrimonio del Estado y de las entidades públicas, constituyen propiedad del pueblo boliviano inviolable, inembargable, imprescriptible e inexpropiable, que no podrán ser empleados en provecho particular alguno.
"Este transporte es un servicio público y si bien, hay operadores privados que trabajan a su alrededor, el Estado tiene que estar obligatoriamente presente para ayudar a garantizar la democratización del bien del servicio público, garantizar y promover la seguridad y la eficiencia", dijo.
Aseguró que BoA, que inició sus operaciones el domingo y el lunes lo hará con vuelos regulares, será un noble competidor en el ámbito del transporte aéreo, así como lo fue una vez el Lloyd Aéreo Boliviano, antes de su privatización "que llevó al desastre de la primera línea eficiente de Sudamérica"
Aseguró que BoA, que inició sus operaciones el domingo y el lunes lo hará con vuelos regulares, será un noble competidor en el ámbito del transporte aéreo, así como lo fue una vez el Lloyd Aéreo Boliviano, antes de su privatización "que llevó al desastre de la primera línea eficiente de Sudamérica"
25 de marzo de 2009
Mi Papá
Hoy utilizaré mi espacio para recordar a una de las personas mas importantes que pasaron por mi vida. Mi papá. Hace 12 años que no está fisicamente. Su despedida fué solo física ya que acá en la Tierra dejó su alegría, su bondad, sus chistes, su grandeza, su lealtad, su amistad, sus aciertos y sus errores.
Sé que es mucha la gente que lo quiso y que lamenta su ausencia. Por eso éste espacio. Para recordarlo. Es cierto que recordar a mi viejo es sinonimo de sonrisa (bah... de cagarse de risa), pero muchas veces pienso que se fué demasiado joven. Me hubiese gustado que disfrute de sus nietos, de su vejez (aunque no le gustaba), de nuestros avances y retrocesos. En definitiva, eso es la vida, ¿no? Me hubiese gustado que esté un tiempo mas acá, pero debemos dejar ir a nuestros seres queridos. No los podemos retener. Hay que respetar su decisión.
Papá, me transmitiste la pasión por la aviación y por Independiente; la educación para defenderme en la vida; la sensibilidad hacia los que están solos o desprotegidos y el respeto hacia el género femenino. Lo que no pudiste trasmitirme fué la forma en que contabas chistes!! ¿Te acordás como te miraban todos (y todas) mientras vos desplegabas tu escenografía para contar un chiste? Que cosa que nunca pude hacer! Cómo te admiraba Papá! Siempre te admiré.
Papá, el 23 de marzo de 1997 es el dia que te fuiste pero yo siempre recordaré el 22 por la noche, cuando te dí tu postre, tu último postre. Despues de tu cena. Te lo dí en la boca como seguramente tantas veces me lo diste a mí durante mi infancia. Papá, mirá que tuvimos viviencias juntos, eh? pero ese momento y tu último saludo hacia mi no lo olvidaré jamas.
Papá... gracias por haber sido mi Papá!!
7 de marzo de 2009
El Apocalipsis según C.
Este es un articulo escrito por Martin Caparros en el diario Critica. Me pareció una muy buena descripcion de la actual oposicion poltica en Argentina.
Martín Caparrós
La iglesia cristiana primitiva lo tenía claro: su target estaba hecho de opositores varios, personas en franco desacuerdo con los modos y maneras del Imperio –pobres, mujeres, esclavos, metecos y otros marginales– y entonces su consigna principal consistió en asegurar que ese mundo cruel e injusto tenía fecha de vencimiento: la promesa apocalíptica.
En sus tres primeros siglos, los seguidores del Jesús palestino no consideraban el Apocalipsis de Juan como un relato metafórico o lejano: era la descripción precisa de lo que iba a suceder un día de aquellos. “Esta es la revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder presto”, empezaba diciendo el librito –magistral, una de las grandes ficciones de la Antigüedad clásica– y prometía que, por sus pecados, el fin del mundo estaba cerca y llegaría con bestias fuegos aguas cataclismos hasta que, al final, los justos accederían al Reino de los Cielos.
El Apocalipsis sirvió, durante esos siglos, para que los fieles encontraran consuelo en ese futuro tan cercano –“bienaventurados sean los pobres, porque de ellos es el Reino de los Cielos”– y, también, para que la iglesia cristiana se mantuviera alejada del poder: ¿para qué ensuciarse con las minucias de un mundo que estaba por desaparecer? Sólo que el tiempo pasaba y la Bestia anunciada no llegaba; los fieles empezaban a cansarse, a murmurar, a entregarse a la duda y la maledicencia. La iglesia cristiana lanzó entonces una de las maniobras políticas más sofisticadas de la historia: reconocer que sus profecías eran radicalmente erróneas y obtener de esos errores un poder aún mayor. Gracias a Agustín de Hipona y otro par de ideólogos, el Apocalipsis pasó a ser una promesa a muy largo plazo, desplazada hasta “el fin de los tiempos” –que se volvían cada vez más lejanos, impensables. Así que la iglesia se preparó para una larga estadía en esta tierra ruin –y se resignó a sus impurezas y se acercó al poder político y empezó a convertirse en lo que es: el mejor aparato de control social que inventaron los hombres; el que, so pretexto de ofrecerte un mundo futuro, te dice cómo tenés que vivir en el presente. Y todo porque el Apocalipsis tan esperado no terminaba de llegar.
En la Argentina, salvando las distancias, una política cristiana enfrenta una disyuntiva semejante: la doctora Elisa Carrió lleva años anunciando un apocalipsis que nunca sucede. Algunos dirán que es por eso que ahora, cuando tantos empiezan a cansarse de sus profecías incumplidas, se resigna a ciertas impurezas, se acerca a ciertos poderes y propone candidatos como Alfonso Prat-Gay o Patricia Bullrich y dice que podría aliarse con señores como Mauricio Macri, Francisco de Narváez, Julio Cobos, Carlos Reutemann y quien quiera que sea su “pata peronista” –o su gansa radical.
La doctora Carrió es uno de los fenómenos más curiosos de un campo lleno de fenómenos: la política argentina contemporánea. La doctora surgió del partido radical de una provincia alejada; en un momento en que el glamour –cierta idea del glamour– y el analfabetismo funcional dominaban la escena telepolítica, sus frases y su género y su aspecto llamaron la atención. En esos días la doctora Carrió empezó a constituirse como el gran referente del honestismo.
–Me pueden decir que soy loca y muchas otras cosas, pero no pueden decir que robé y que me enriquecí, que pacté, que me financiaron las empresas...
Dijo hace poco en este diario. El honestismo es la tristeza más insistente de la democracia argentina: la idea de que cualquier análisis debe basarse en la pregunta criminal: quiénes roban, quiénes no roban. Como si no pudiéramos pensar más allá, como si no se pudiera hacer honestamente una política para los ricos o una para todos, como si no hubiera líderes honestísimos nefastos, como si el señor Bush hubiera necesitado robar algo para armar el desastre que armó. El honestismo ya dejó su marca en la política argentina: fue la confusión que llevó al gobierno a aquella Alianza entre radicales y progres que terminó convocando al licenciado Cavallo. El honestismo no tiene línea política, lanza admoniciones; el honestismo es la resignación del debate político en aras de la encuesta judicial, pero hubo tiempos –que duran, supongo– en que algunos creyeron que el honestismo era de izquierda o, al menos, progresista –y se sumaron al partido de Carrió. Que, en aras de la política mediática, se los cargó.
Porque la doctora Carrió es la encarnación contemporánea de ese personaje tan nuestro que es el político mediático: alguien que no tiene partido ni proyecto pero da bien en los programas periodísticos y critica con gracia y entonces junta una popularidad extraordinaria en un tiempo muy corto –y después la pierde en un tiempo aún menor, en cuanto tiene que hacer algo. Chacho Álvarez fue el ejemplo más visible, pero también hubo Graciela Fernández Meijide o Luis Miguel Zamora. Todo, por supuesto, con el debido tono tremebundo: la doctora es la mejor cultora de este arte argentino de devaluar palabras; si matar a dos personas es una masacre y un choque rutero una hecatombe, este gobierno puede ser una dictadura como la de Ceaucescu, sus integrantes dementes, su jefa la madrastra de Blancanieves y así de seguido. No se trata de pensar, analizar; el telepolítico debe adjetivar con hipérbole y sonora rimbombancia.
El telepolítico, como bien dijo Chacho Álvarez a principios de los noventa, está incómodo con un partido organizado alrededor de un proyecto: eso limita su autonomía y su inspiración. El telepol debe tener libertad completa para ir cambiando de línea, ideas, programa según los momentos y los climas, así que un partido –con compañeros que piensen, opinen y actúen– lo molesta. La doctora Carrió, telepol antonomásica, no dudó en cargarse su partido: echó uno tras otro a quienes la habían acompañado y le pedían cierto debate, cierta participación, cierta coherencia. La doctora encarna el individualismo más descarnado, irreductible: yo digo, yo callo, yo voy a hacer, yo voy a deshacer, yo me voy, yo vuelvo, yo nunca me fui, yo nunca estuve. Si hacer política es debatir y participar y construir con otros –y siempre le criticamos al kirchnerismo su incapacidad para hacerlo–, la práctica de la doctora Carrió es otro ejemplo de la antipolítica nacional contemporánea.
Lo cual hace muy difícil discutir su posición y sus alianzas, porque cambian sin cesar. Hay un aparato que se llama cámara de Wilson, una especie de ensaladera llena de niebla en cuyo vaho se va marcando la trayectoria de unas partículas enloquecidas: trazos acelerados, caprichosos, ilógicos. Si alguien quisiera –¿por qué habría de querer?– hacer un gráfico de las posiciones políticas de la doctora Carrió en los últimos años, el dibujo sería una cámara de Wilson: idas y vueltas y firuletes de un electrón desbocado en la neblina. Pero ahora, por lo menos, definió sus alianzas, se lanzó a la derecha, y va a ocupar, por un tiempo, ese lugar. Lo cual aclara los tantos. Servirá, para que sigan claros, recordar que el honestismo, efectivamente, “no es de izquierda ni derecha”: es, más bien, la resignación de no discutir lo que realmente importa.
El Apocalipsis sirvió, durante esos siglos, para que los fieles encontraran consuelo en ese futuro tan cercano –“bienaventurados sean los pobres, porque de ellos es el Reino de los Cielos”– y, también, para que la iglesia cristiana se mantuviera alejada del poder: ¿para qué ensuciarse con las minucias de un mundo que estaba por desaparecer? Sólo que el tiempo pasaba y la Bestia anunciada no llegaba; los fieles empezaban a cansarse, a murmurar, a entregarse a la duda y la maledicencia. La iglesia cristiana lanzó entonces una de las maniobras políticas más sofisticadas de la historia: reconocer que sus profecías eran radicalmente erróneas y obtener de esos errores un poder aún mayor. Gracias a Agustín de Hipona y otro par de ideólogos, el Apocalipsis pasó a ser una promesa a muy largo plazo, desplazada hasta “el fin de los tiempos” –que se volvían cada vez más lejanos, impensables. Así que la iglesia se preparó para una larga estadía en esta tierra ruin –y se resignó a sus impurezas y se acercó al poder político y empezó a convertirse en lo que es: el mejor aparato de control social que inventaron los hombres; el que, so pretexto de ofrecerte un mundo futuro, te dice cómo tenés que vivir en el presente. Y todo porque el Apocalipsis tan esperado no terminaba de llegar.
En la Argentina, salvando las distancias, una política cristiana enfrenta una disyuntiva semejante: la doctora Elisa Carrió lleva años anunciando un apocalipsis que nunca sucede. Algunos dirán que es por eso que ahora, cuando tantos empiezan a cansarse de sus profecías incumplidas, se resigna a ciertas impurezas, se acerca a ciertos poderes y propone candidatos como Alfonso Prat-Gay o Patricia Bullrich y dice que podría aliarse con señores como Mauricio Macri, Francisco de Narváez, Julio Cobos, Carlos Reutemann y quien quiera que sea su “pata peronista” –o su gansa radical.
La doctora Carrió es uno de los fenómenos más curiosos de un campo lleno de fenómenos: la política argentina contemporánea. La doctora surgió del partido radical de una provincia alejada; en un momento en que el glamour –cierta idea del glamour– y el analfabetismo funcional dominaban la escena telepolítica, sus frases y su género y su aspecto llamaron la atención. En esos días la doctora Carrió empezó a constituirse como el gran referente del honestismo.
–Me pueden decir que soy loca y muchas otras cosas, pero no pueden decir que robé y que me enriquecí, que pacté, que me financiaron las empresas...
Dijo hace poco en este diario. El honestismo es la tristeza más insistente de la democracia argentina: la idea de que cualquier análisis debe basarse en la pregunta criminal: quiénes roban, quiénes no roban. Como si no pudiéramos pensar más allá, como si no se pudiera hacer honestamente una política para los ricos o una para todos, como si no hubiera líderes honestísimos nefastos, como si el señor Bush hubiera necesitado robar algo para armar el desastre que armó. El honestismo ya dejó su marca en la política argentina: fue la confusión que llevó al gobierno a aquella Alianza entre radicales y progres que terminó convocando al licenciado Cavallo. El honestismo no tiene línea política, lanza admoniciones; el honestismo es la resignación del debate político en aras de la encuesta judicial, pero hubo tiempos –que duran, supongo– en que algunos creyeron que el honestismo era de izquierda o, al menos, progresista –y se sumaron al partido de Carrió. Que, en aras de la política mediática, se los cargó.
Porque la doctora Carrió es la encarnación contemporánea de ese personaje tan nuestro que es el político mediático: alguien que no tiene partido ni proyecto pero da bien en los programas periodísticos y critica con gracia y entonces junta una popularidad extraordinaria en un tiempo muy corto –y después la pierde en un tiempo aún menor, en cuanto tiene que hacer algo. Chacho Álvarez fue el ejemplo más visible, pero también hubo Graciela Fernández Meijide o Luis Miguel Zamora. Todo, por supuesto, con el debido tono tremebundo: la doctora es la mejor cultora de este arte argentino de devaluar palabras; si matar a dos personas es una masacre y un choque rutero una hecatombe, este gobierno puede ser una dictadura como la de Ceaucescu, sus integrantes dementes, su jefa la madrastra de Blancanieves y así de seguido. No se trata de pensar, analizar; el telepolítico debe adjetivar con hipérbole y sonora rimbombancia.
El telepolítico, como bien dijo Chacho Álvarez a principios de los noventa, está incómodo con un partido organizado alrededor de un proyecto: eso limita su autonomía y su inspiración. El telepol debe tener libertad completa para ir cambiando de línea, ideas, programa según los momentos y los climas, así que un partido –con compañeros que piensen, opinen y actúen– lo molesta. La doctora Carrió, telepol antonomásica, no dudó en cargarse su partido: echó uno tras otro a quienes la habían acompañado y le pedían cierto debate, cierta participación, cierta coherencia. La doctora encarna el individualismo más descarnado, irreductible: yo digo, yo callo, yo voy a hacer, yo voy a deshacer, yo me voy, yo vuelvo, yo nunca me fui, yo nunca estuve. Si hacer política es debatir y participar y construir con otros –y siempre le criticamos al kirchnerismo su incapacidad para hacerlo–, la práctica de la doctora Carrió es otro ejemplo de la antipolítica nacional contemporánea.
Lo cual hace muy difícil discutir su posición y sus alianzas, porque cambian sin cesar. Hay un aparato que se llama cámara de Wilson, una especie de ensaladera llena de niebla en cuyo vaho se va marcando la trayectoria de unas partículas enloquecidas: trazos acelerados, caprichosos, ilógicos. Si alguien quisiera –¿por qué habría de querer?– hacer un gráfico de las posiciones políticas de la doctora Carrió en los últimos años, el dibujo sería una cámara de Wilson: idas y vueltas y firuletes de un electrón desbocado en la neblina. Pero ahora, por lo menos, definió sus alianzas, se lanzó a la derecha, y va a ocupar, por un tiempo, ese lugar. Lo cual aclara los tantos. Servirá, para que sigan claros, recordar que el honestismo, efectivamente, “no es de izquierda ni derecha”: es, más bien, la resignación de no discutir lo que realmente importa.
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